Antes de que sigas leyendo cómo sobrevivir a una era glaciar debes leer esta entrada antes ¿ERA GLACIAL EN EL S.XXI ? Podrás entender de una manera mas objetiva lo que realmente es una era glacial y por qué hemos creado esta entrada.
La historia nos ha mostrado que los cambios climáticos drásticos pueden ocurrir de manera repentina. Uno de los periodos más recordados es la Pequeña Edad de Hielo, que afectó a Europa y otras partes del mundo desde el siglo XIV hasta mediados del siglo XIX. Durante este tiempo, se experimentaron inviernos extremadamente fríos, veranos cortos, sequías prolongadas y desastres naturales que afectaron tanto la producción agrícola como la vida cotidiana. ¿Estamos preparados para enfrentar una situación similar hoy en día?
Con el incremento de la actividad volcánica y los cambios climáticos extremos actuales, es importante considerar cómo podríamos sobrevivir a una era glacial moderna. Este artículo te brindará una guía práctica sobre cómo protegerte y prepararte ante un posible invierno prolongado y extremo.
La influencia de la actividad volcánica en el clima
La Pequeña Edad de Hielo fue impulsada en gran parte por la actividad volcánica. Cuando los volcanes entran en erupción, lanzan cenizas y gases a la atmósfera, bloqueando parcialmente la luz solar y provocando un descenso de las temperaturas globales. Un ejemplo dramático de esto fue la erupción del volcán Tambora en 1815, en Indonesia, que provocó el «año sin verano» en 1816. Este evento llevó a inviernos prolongados, malas cosechas, hambrunas y crisis en muchas partes del mundo, incluyendo España.
Sucesos históricos en España durante la Pequeña Edad de Hielo:
- Mitad del siglo XV (1450): Se documentaron inviernos más fríos de lo habitual, con nevadas y heladas en zonas donde antes no ocurrían.
- 1570 a 1610: Ríos congelados durante semanas y veranos cortos e intensos seguidos de inviernos extremadamente largos.
- 1769 a 1800: Sequías prolongadas interrumpidas por fuertes lluvias, lo que causó graves inundaciones.
- 1810 a 1860: El «año sin verano» marcó el comienzo de una época de pobreza, hambre y enfermedades debido a las condiciones climáticas extremas.
La erupción del Monte Tambora
La erupción del Monte Tambora en abril de 1815 fue uno de los eventos volcánicos más explosivos de la historia reciente. Andrew Schurer, investigador de la Universidad de Edimburgo, destaca cómo esta erupción tuvo un impacto devastador a nivel local y global. La isla de Sumbawa quedó devastada, pero el verdadero golpe se sintió en todo el mundo. El volcán inyectó grandes cantidades de dióxido de azufre en la estratosfera, formando aerosoles de sulfato que reflejaron la radiación solar y provocaron un enfriamiento global.
Este fenómeno es un ejemplo de cómo una erupción volcánica puede desencadenar una pequeña «era glacial» a corto plazo, y ofrece lecciones valiosas sobre cómo sobrevivir a un enfriamiento global repentino. Durante el verano de 1816, conocido como «el año sin verano», las temperaturas cayeron drásticamente, afectando las cosechas y provocando hambrunas en Europa y América del Norte.
Impactos globales de una era glacial
Una era glacial podría tener efectos catastróficos en la agricultura, la economía y la vida diaria. Al igual que en 1816, las bajas temperaturas podrían reducir la producción de alimentos, elevar los precios y desencadenar crisis alimentarias globales. La pérdida de cosechas y la muerte del ganado serían problemas importantes, exacerbados por la reducción de la radiación solar debido a la acumulación de aerosoles en la atmósfera.
Los modelos climáticos que estudian el efecto del Monte Tambora muestran cómo la erupción volcánica aumentó las probabilidades de veranos extremadamente fríos hasta 100 veces.
Sin la inclusión de este «forzamiento volcánico» en los modelos, el verano de 1816 habría sido mucho menos frío, lo que sugiere que eventos similares en el futuro podrían desencadenar condiciones aún más extremas.
Estrategias para sobrevivir a una era glacial
1. Preparación alimentaria
La autosuficiencia alimentaria será crucial. En una era glacial, la agricultura global se verá gravemente afectada por las bajas temperaturas y la reducción de la luz solar. Establecer invernaderos, sistemas hidropónicos y almacenes de alimentos no perecederos podría marcar la diferencia entre la supervivencia y la escasez. Debe ser una prioridad absoluta para todas las familias, ya que el gobierno no podría gestionar almacenes de grandes dimensiones para distribuir alimentos de manera eficiente. Las empresas podrían enfrentar condiciones adversas, los transportistas podrían tener dificultades, y las personas podrían enfrentar numerosos problemas. En crisis anteriores, hemos visto que surgen desacuerdos y complicaciones que dificultan la coordinación y el suministro de recursos esenciales.
Además, es crucial aprender a cultivar alimentos en condiciones extremas. Esto incluye técnicas como la agricultura vertical en espacios cerrados, el cultivo de germinados en botes de cristal, el cultivo de hongos en cajas de cartón y el cultivo de tubérculos en bolsas de plantación. Estas prácticas ofrecerían formas innovadoras y eficientes de asegurar una fuente constante de alimentos
2. Fuentes de energía alternativas
Durante una era glacial, las fuentes de energía convencionales, como el carbón y el petróleo, aunque serían la opción más viable, podrían volverse difíciles de extraer y transportar debido a la acumulación de hielo y nieve. Sin embargo, las energías renovables, como la solar y la eólica, enfrentarían aún mayores desafíos. La escasez de luz solar limitaría drásticamente la efectividad de los paneles solares, mientras que las tormentas de nieve y las frecuentes condiciones climáticas adversas, como el granizo y las fuertes nevadas, podrían paralizar los molinos eólicos, reduciendo su capacidad para generar energía de manera consistente.
3. Vivienda y calefacción
El aislamiento térmico de las viviendas será fundamental para mantener el calor en un ambiente extremadamente frío. Construir refugios bien aislados será algo básico para proteger a la población en condiciones extremas de frío. Para lograr esto, se deben emplear técnicas como la instalación de aislamiento de alta calidad en paredes, techos y suelos, el uso de ventanas de doble o triple acristalamiento, y la incorporación de puertas y sellos herméticos. Además, se pueden considerar métodos adicionales como la construcción de muros de tierra o la integración de sistemas de calefacción pasiva, como las paredes de acumulación térmica.
Culturas como los inuit han demostrado la importancia de utilizar materiales adecuados y diseños resistentes para sobrevivir en climas fríos. Sus técnicas de construcción, que incluyen el uso de hielo y nieve para crear estructuras aisladas y el diseño de espacios interiores compactos para maximizar la eficiencia térmica, ofrecen valiosas lecciones sobre cómo adaptar nuestras viviendas a condiciones extremas.
4. Medios de transporte
La invención de la bicicleta en 1817 por Karl Drais fue en parte una respuesta a la escasez de avena para caballos durante la crisis agrícola provocada por el enfriamiento global tras la erupción del Monte Tambora. En una era glacial, es probable que los combustibles tradicionales sean escasos, por lo que desarrollar medios de transporte eficientes y sostenibles será crucial. Las bicicletas eléctricas, los vehículos con energía solar y el transporte público impulsado por fuentes renovables podrían ser soluciones no viables. Además de que la gasolina sería un combustible de mucha demanda y poca oferta lo que podría ser inviable también.
Colaboración global y preparación gubernamental
La supervivencia en una era glacial requeriría una colaboración global sin precedentes. Los gobiernos deberían establecer políticas de adaptación climática y crear planes de contingencia para enfrentar una posible crisis, aunque hoy en día no hay ningún plan para un posible año sin verano como sucedió en 1816. La cooperación internacional en la distribución de alimentos, energía y recursos será vital para evitar conflictos y garantizar la supervivencia. Aunque inevitablemente será un fracaso absoluto. Los problemas del pasado nos han mostrado que, en situaciones de crisis provocadas tanto por el ser humano como por la naturaleza, la ayuda humanitaria no siempre llega a todas las áreas afectadas. Cuando lo hace, suele ser insuficiente y, en muchos casos, algunos recursos desaparecen antes de llegar a quienes más los necesitan.